miércoles, 28 de marzo de 2012

De lo genial y de lo irracional en el Renacimiento (I): lo genial

Lo primero que tenemos que abordar es: ¿qué es el Renacimiento? Podríamos decir que es un movimiento cultural en el sentido amplio de la palabra (abarcaría la literatura, las artes, el pensamiento, concepción del mundo...) que se empezaría a desarrollar en Italia a finales de la Edad Media -por poner una fecha, podríamos decir que con Petrarca, mediados del siglo XIV- y que progresivamente se extendería por Europa hasta el siglo XVI.

Existe una visión que es completamente tópica en cuanto al Renacimiento y que es la que se suele explicar en los libros de texto. Esta visión, como tantas otras, nos viene del siglo XIX, concretamente de un suizo llamado Bukchardt, que instauró la visión del Renacimiento podríamos llamar canónica:

El Renacimiento como restauración de la Antigüedad clásica, como descubrimiento de la importancia del ser humano como centro del Universo (lo que conocemos como Humanismo), el nacimiento del individuo (lo que llamamos individualismo) y el nacimiento de lo que podemos llamar racionalidad, el abandono progresivo de la irracionalidad y el oscurantismo característicos de la Edad Media.

Centrémonos en el “nacimiento del individuo”, y enfocarlo en un aspecto concreto: la aparición de lo que podríamos llamar genio, concretamente en el campo artístico.

Frente al copista y al artesano gremial, aparece el artista. De hecho, antes no existía una palabra diferente para arte y otra para artesanía, era la misma: ars.

La diferencia fundamental entre el ejecutor medieval y el artista que nace en el Renacimiento,es que el artista, crea: un autor del siglo XX dijo una frase fantástica referida a la aparición de los movimientos de vanguardia, “tras la conquista de la tercera dimensión, la profundidad; el pintor tiene que representar la cuarta dimensión, la verdad interior”.


El artista por antonomasia, el genio, sería, como le llamaban sus contemporáneos, el divino Miguel Angel, un hombre que va mucho más allá del común de los mortales y que atrapado en un alma atormentada, sublima esa tortura interior en una creación artística genial, contra viento y marea y frente a quien haga falta y mal a quien le pese. Él debe crear, y ojo, que no ejecutar una obra. Y este, es un impulso irrefrenable.

La aparición de este nuevo tipo humano, el artista, tiene múltiples causas, pero nos referiremos a dos de ellas:

La primera, la aparición en la Italia de la época de numerosos principes, -en términos actuales quizá diríamos dictadores-, que han accedido al poder de una forma dudosamente legítima y que necesitan desplegar una tremenda obra de propaganda. Y se establecerá una auténtica competición entre ellos para tener en su nómina a artistas, lo que da fama y prestigio a estos príncipes de la Italia del Renacimiento.

La segunda causa es la Peste Negra - sobre la que ya nos referimos en un artículo anterior-, y que desquició todas las seguras estructuras en las que descansaba el hombre medieval. Estructuras que nosotros, hijos en gran medida del Renacimiento y de la Ilustración, vemos como opresivas; pero que también eran puntos de referencia y de pertenencia.

La Peste Negra dejó a muchas personas literalmente desarraigadas y la fe tan característica de la Edad Media de la inmutabilidad de las cosas se tambaleó, así que apareció un individualismo desconocido hasta entonces que es característico de nuestro tiempo y que posibilitó la aparición de este artista genial al que nos estamos refiriendo.

La mención a la Peste Negra nos sirve para enlazar con el segundo de estos aspectos del Renacimiento a los que nos habíamos referido anteriormente: el “nacimiento de la racionalidad”, pero eso lo dejamos para el siguiente artículo.
Viaja a Italia y conoce el arte del Renacimiento
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