sábado, 28 de enero de 2012

Antropología de los Pueblos de España


El mejor antropólogo que haya tenido nuestro país, Julio Caro Baroja escribió -hace ya tanto- en 1946 el más completo estudio etnográfico que se había realizado en España...y sigue siendo así. Ahora puede no llamar la atención su enfoque (aunque sigue siendo insuperable por su tremenda profundidad y exhaustividad), pero por aquellos años era de una novedad increíble.

En su primer volumen -Los pueblos de España 1- nuestro antropólogo nos cuenta con apabullante erudición todos los aspectos posibles de la Historia Antigua de España, desde el Paleolítico a la Romanización, haciendo hincapié especialmente en los pueblos prerromanos que habitaban Iberia: lingüística, sociedad, civilización material...Pero ¡ay! ...han pasado casi 70 años y la parte referente al Paleolítico (no así las más modernas) ha quedado completamente desfasada. Aun así, tiene su interés, pues nos permite conocer las teorías más novedosas que defendían los prehistoriadores en los años cuarenta. Desde el punto de vista de la historia de la ciencia o del pensamiento es una fuente de información valiosísima.


Su segundo volumen -Los pueblos de España 2- tiene un planteamiento diferente. No se trata de un estudio histórico, sino plenamente etnológico -aunque con múltiples referencias históricas-. Divide España en "etnoregiones" con sus características diferenciadas entre sí. En este segundo volumen analiza todos los aspectos de la vida material en inmaterial de estas "etnoregiones" (arte popular, estructuras de habitación, costumbres matrimoniales, festividades, formas de vida agrícola y ganadera, folklore, mitología, ritos...) con un grado, como he dicho antes, de exhaustividad insuperable.

Antropología de los pueblos de España se convierte así en nuestros días en una obra de valor histórico incalculable. Lo que en 1946 era una obra maestra de etnografía, el avance de la industrialización y urbanización de nuestro país la ha convertido en una obra maestra sobre la vida y el pensamiento de nuestros padres, abuelos e incluso bisabuelos (aquí dependemos de la edad de cada uno...). Lo que no significa que características etnológicas propias de los españoles que este libro menciona no puedan observarse hoy en día: de hecho algunos son de tremenda actualidad, como la pervivencia de castas "a la española", que se perpetuan a través del enchufismo.

¿Por qué esta es una obra novedosa? Ahora es normal, pero entonces todos los estudios con componentes etnográficos o histórico-geográficos que se habían realizado en España (y la mayoría de los que no lo habían hecho en España también) rezumaban "esencialismo" y "metafísica" sobre el ser profundo y eterno de determinado pueblo -el "ser" hispano, el "alma rusa"...-, muy en la línea del pensamiento del "volkgeist". La obra de Caro Baroja rompe con esta tradición de asumir caracteres eternos a un pueblo, para hacer simplemente, buena etnografía.

Los cántabros


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sábado, 14 de enero de 2012

¡Marte ataca!

Si hay un enemigo por excelencia en nuestra mitología moderna son los extraterrestres. Los alienígenas ocupan el lugar que tenían todos los seres del "otro lado" en mitologías anteriores, como los demonios o los ogros, y similares a ellos: extraños, peligrosos, no-humanos...pero dotados de inteligencia y a veces sospechosamente parecidos en su comportamiento.

Son en realidad una proyección de nosotros mismos, de nuestra cara más oscura...nuestra "sombra", como lo llamaría Jung. O usando un concepto fundamental en antropología, el "Otro".


Pero, ¿Cómo irrumpe el mito del alienígena en nuestro moderno panteón mitológico? Tenemos que remontarnos a los increíbles acontecimientos ocurridos muchos años atras, a principios del siglo XX, cuando lo que se creía un meteorito cayó en un campo de Horsell, cerca de Londres. Meteorito que enseguida se comprobó que venía de Marte y que era artificial.


Recordemos la confianza y la alegre despreocupación con la que se recibió la noticia, como los periodistas y los curiosos fueron a observar lo que sucedía como si fueran a un circo, y a los marcianos como si fueran una atracción grotesca de ese circo, como el "Hombre elefante".

Y la tremenda sorpresa cuando los humanos comprobamos que su superior tecnología compensaba con creces su debilidad física. Cuando se constató que eran hostiles, las invencibles tropas del invencible Imperio británico enviadas para detenerlos fueron aniquiladas con su rayo calórico en un abrir y cerrar de ojos.


Imaginemos la desesperación de nuestros tatarabuelos que veían que nada podía detenerlos. Al final fueron nuestros microorganismos, los que nos libraron del exterminio total.

Por supuesto, lo anterior no es más que una recreación de la novela de Herbert G. Wells -al que no hay que confundir con el americano Orson Wells, famoso por su crónica radiofónica de una invasión marciana en 1938-, publicada en 1898 que tuvo un éxito increíble y que inauguró una corriente que podríamos llamar "subcultura de invasión alienígena" en la literatura, el cine y el cómic.

¿Por qué tuvo tanto éxito esta novela y la subcultura que inauguró?
La primera razón de su éxito, es que "La Guerra de los Mundos", es realmente una crítica a los métodos coloniales de la época. En el mismo año de publicación de la novela, en mayo, el ministro Salisbury da un discurso que se hará famoso: "Naciones vivas, naciones moribundas", en el que con todo el cinismo del mundo declara como los países más fuertes inevitablemente se "comerán" a los más débiles en una lucha sin piedad.

Es decir, se pensaba que en el caso de que dos civilizaciones de diferente nivel tecnológico se encontraran, inevitablemente la más débil sería aniquilada, porque eso es lo que enseñaba la experiencia cotidiana.

Hay que decir que el señor Wells era socialista y muy crítico con el capitalismo colonial, que estaba arrasando el planeta:

«Antes de juzgarlos [a los marcianos] con excesiva severidad debemos recordar que nuestra propia especie ha destruido completa y bárbaramente no tan sólo a especies animales, como el bisonte y el dodo, sino razas humanas culturalmente inferiores. Los tasmanienses, a despecho de su figura humana, fueron enteramente borrados de la existencia en una guerra exterminadora de cincuenta años, que emprendieron los inmigrantes europeos. ¿Somos tan grandes apóstoles de misericordia que tengamos derecho a quejarnos porque los marcianos combatieran con ese mismo espíritu?»


Pero, ¿había alguna posibilidad de que alguien devolviera la pelota? ¿De qué los británicos fueran tratados como los tasmanienses? Si. Y por eso "La Guerra de los Mundos" tuvo tanto éxito.

La segunda razón es que la idea de la existencia de vida en Marte y vida inteligente además, era muy plausible según los conocimientos científicos de la época. Las teorías de la creación del Sistema Solar abogaban porque los planetas fueron formándose por orden de lejanía al Sol. Es decir, Marte sería más antiguo que la Tierra y esta más antigua que Venus.

De esta forma, Venus sería muy parecido a la Tierra hace millones de años, sus nubes ocultaban el planeta y este se imaginó como un mundo tropical de espesas junglas, de insectos gigantescos y criaturas monstruosas. Luego Marte tendría que ser como la Tierra en el futuro. Un mundo viejo y moribundo.

Además un astrónomo italiano, Schiaparelli, había observado la existencia de canali en Marte. En inglés, se tradujo por canals, que implica una idea de construcción artificial. Si a eso añadimos que algunos de estos canales aparecen y desaparecen, la idea es que hay actividad. Y que la tecnología debía ser impresionante, pues estos canales podían verse desde la Tierra: su tamaño era increíble.


Y ya tenemos la imagen tópica: una raza increíblemente vieja y adelantada usa su tecnología para resistir en su planeta moribundo, escondidos bajo tierra para aprovechar el poco calor que hay.

La similitud de esta idea con la de una vieja y agotada pero adelantada Europa, con la de unos jóvenes y fértiles pero atrasados países coloniales es evidente. Con lo cual no hay que hacer un gran esfuerzo de imaginación para deducir lo que podría ocurrir si los marcianos llegaban...