miércoles, 24 de agosto de 2011
Divide et impera: una reflexión sobre los campos de concentración (III y última)
¿Por qué aparecieron los campos de concentración? Realmente no hay una única razón sino varias y cada autor hace hincapié en un motivo distinto. Bruno Bettleheim, superviviente de Dachau y de Buchenwald, explica su aparición con motivos más allá de la simple destrucción física o de la explotación económica: “acabar con los prisioneros como individuos, extender el terror entre el resto de la población, proporcionar un campo de entrenamiento en el que se enseñaba a prescindir de todas las emociones y actitudes humanas, un laboratorio experimental para el estudio de medios eficaces para quebrantar la resistencia civil”.
A lo que hay que añadir una característica típica del orden nazi y es su permanente esquizofenia: Por un lado, hay que acabar con las razas "inferiores", pero por otro el pueblo de "señores" debe experimentar su "superioridad" teniendo a su servicio a esos "inferiores", sin olvidar los intereses de las grandes empresas de utilizar mano de obra esclava. Lo que sigue a este caos es el habitual confusionismo nazi de intentar aplicar políticas contradictorias.
Al final se impuso la tendencia "exterminadora", (Solución Final al Problema Judío dictada en la Conferencia de Wansee) a la de explotación esclavista: “las bajas eran de 19.000 mensuales, algo intolerable para el buen ritmo de producción. La respuesta de Himmler fue una ley en la que se ordenaba hacer disminuir de forma absoluta el índice de mortalidad. A pesar de la grandilocuencia, en 1944 el número de víctimas había aumentado a 30.000 mensuales”-Gerard Preminger-.
Planteemos, para concluir, una última reflexión: ¿Cómo fue posible la reproducción de un sistema de estratificación legal (Leyes de Nüremberg) tras varias generaciones de ideal igualitario en la cultura europea?
Una posible (y pesimista) respuesta nos la da el antropólogo y filósofo judío Levi-Strauss, que tuvo que pasar la Segunda Guerra Mundial expatriado: “cuando una sociedad llega a ser demasiado numerosa (…) sólo se perpetúa generando servidumbre”. Este hecho sería el que provocó el sistema de castas en la India.
Así, “los acontecimientos de los que Europa ha sido teatro desde hace veinte años, como resumen de un siglo durante el cual su cifra de población se ha duplicado, ya no pueden aparecérsele como el resultado de la aberración de un pueblo, de una doctrina o de un grupo de hombres”. El mismo autor vaticina que lo sucedido no es más que un signo de la evolución a la que Europa se dirige: el camino que ya tomó Asia.
Puede que ya no vuelvan los "campos de la muerte", pero si la población continua aumentando, la aparición del sistema de castas en Europa solo es cuestión de tiempo.
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