Estos días se conmemora la Navidad…pero, realmente ¿qué es lo que estamos celebrando?
Se ha escrito mucho sobre las influencias del paganismo en la Navidad. Desde luego, saber el día en el que nació Jesucristo es imposible, pero todas las fechas posibles apuntan a la primavera, concretamente marzo.
En una costumbre muy arraigada en el Cristianismo, este se fue apoderando de lugares, nombres y fechas emblemáticas de las religiones “competidoras”, y el hecho de la Navidad no es ninguna excepción.
La misma cultura del cosmopolita (¿globalizado?) Imperio romano funcionaba de manera semejante. Desde este punto de vista, la Iglesia no habría hecho otra cosa que lo mismo que el Estado romano: incorporar a la estructura existente todos los elementos extraños posibles.
Teniendo en cuenta todo esto ¿cuál fue el motivo para trasladar la fecha del nacimiento de Jesús al 25 de diciembre? ¿Qué tradición religiosa se quiso “asimilar”?
En mi opinión, podemos descartar fiestas celtas como Yule (se conmemoraba el solsticio de invierno). La incorporación de elementos célticos al Cristianismo es más bien medieval. Y fue en el año 350 cuando el Papa Julio I escogió esta fecha como la del nacimiento de Jesús.
Otra cosa bien distinta son las Saturnalias romanas. Se celebraban del 17 al 23 de diciembre en honor a Saturno, Dios de la agricultura, a la luz de velas y antorchas, se celebraba el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo período de luz, o nacimiento del Sol Invictus, 25 de diciembre, coincidiendo con la entrada del Sol en el signo de Capricornio (solsticio de invierno). Y eran muy parecidas a nuestras navidades: regalos, disfraces…Eran increíblemente populares y queridas y todos los emperadores que intentaron limitar estas fiestas en su duración fracasaron.
También el día del Sol Invicto era el día del dios persa Mitra. Era por aquellos años el dios persa más popular, importado a Roma por los propios legionarios, con más de dos mil templos sólo en la capital.
Aparte de la importancia de las Saturnalias, opino que el verdadero peligro para la naciente Cristiandad era la religión de Mitra. Al fin y al cabo las Saturnalias formaban parte de la vieja tradición religiosa romana y esta estaba en horas cada vez más bajas. Lo que pegaba fuerte eran los ritos exóticos de carácter mistérico, en un Imperio cada vez más orientalizado. No solo el Mitraísmo, la religión estrella de las tropas venidas de las fronteras mesopotámicas y que arrasaba en Roma, sino el culto a la diosa Isis (de cuya iconografía se servirían los cristianos para representar a la Virgen María), a Athis, y por supuesto el mismo Cristianismo (al fin y al cabo, otra religión oriental más).
También era cada vez más fuerte la tendencia al monoteísmo. Este era cada vez más buscado por el Estado, que veía en la multiplicidad religiosa y cultural una amenaza para su cohesión interna. La idea de “un Imperio, un Dios” era cada vez más fuerte. ¿No habían adoptado los archienemigos persas una especie de religión oficial monoteísta también, el mazdeísmo?
Así que en época de Aureliano, a finales del siglo III, el Sol Invictus fue elevado por encima de todo el resto del Panteón religioso, y asimilado al mismo emperador. Se trataba de tener una deidad superior a la que pudieran adorar todos los habitantes del Imperio (y vinculada al emperador) sin obligarles a renunciar a sus propias religiones. Lo que el Cristianismo, que insistía en su posesión de la verdad exclusiva, no podía ofrecer.
De esta manera, el Cristianismo tuvo que apoderarse del día más emblemático de su principal amenaza para poder triunfar. Se ha dicho que somos cristianos casi de milagro, y por poco no mitraícos. Al final, fue la primera religión la que triunfó, pero eso es otra historia.
Lo que sí está claro es la celebración del solsticio de invierno. Todas las religiones (entendiendo religión en un sentido amplio, no necesariamente tienen que estar sistematizadas en un corpus de dogmas fijos y escritos) han estado íntimamente ligadas a los ciclos de la naturaleza, y, respecto a aquellas que surgieron cuando ya existía un sacerdocio organizado también tenemos que tener en cuenta las observaciones de los astros.
Del mismo modo que los Reyes Magos están asociados a la estrella de Belén, el Mitraísmo también buscaba entroncar con el cielo, con la constelación de Tauro y con la resurrección del Sol tras el solsticio, con su Victoria sobre las tinieblas.
Al fin y al cabo…¿hay algo más inmortal que estar entre las estrellas?
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